17/02/10
Eran las ocho menos quarto de la mañana, avancé hacia la esquina donde era probable que me lo encontrara.
Alguien bajaba desde la otra punta de la calle, era él, por muy lejos que estubiera de mí podría saberlo a kilómetros de distáncia, volvía a llevar ese gorro tan peculiar con el pelo de color dorado saliendole por delante tápandole los ojos, mi corazón se encogió por unos instantes al verle girar la esquina, no me vió, no se por qué pero sentí un alivio inmenso, supongo que sería la verguenza del momento, seguí hacia arriba más contenta que los otros días, y esperé a que fuesen las dos menos diez para salir corriendo e irme a mi casa.
Volvía a estar conectado, últimamente lo hacía con frequéncia, quería complacerme, pero solo con verle ahí yo ya estaba más que satisfecha.
No tardó ni un minuto en saludarme, lo hizo con uno corazón detrás del hola, eso era nuevo para mí, estaba claro, le gustaba, pensé yo en esos momentos.
Le respondí sin un corazon, ya que no iba a ponérselo a penas a los tres dias de conocerse.
Los ojos me pesaban, ya eran las diez y ni siquiera había cenado hablando con él.
¿Qué te está pasando Laura? me pregunté a mi misma como una idiota.
Apagué el ordenador con las intenciones de irme a dormir, estaba rebentada, pero a la otra punta de la habitación el móvil vibró.
Era él, me alegró saber que al menos se preocupaba por mí, seguí leyendo
me estaba pidiendo una cita con pocas palabras, encendí la luz y miré mi rostro en el espejo.
Esto no me podía estar pasando a mí.
¿Cuántos años hacía que no quedaba con un chico a solas?, no queria ni contarlos.
Me vino una idea que parecía brillante, el sábado 20 era carnaval, podía quedar con el después de salir de cenar.
Más espavilada se lo escribí, y lo envié. No podía el sábado, debía ser viernes 19, faltaban solo dos días, y ya estaba pensando en qué ponerme.
Esto iba en serio, pensé.
Me despedí de él con un simple Buenas noches
a lo que él me respondió
Buenas noches princesa, te veo el viernes.
Eran las ocho menos quarto de la mañana, avancé hacia la esquina donde era probable que me lo encontrara.
Alguien bajaba desde la otra punta de la calle, era él, por muy lejos que estubiera de mí podría saberlo a kilómetros de distáncia, volvía a llevar ese gorro tan peculiar con el pelo de color dorado saliendole por delante tápandole los ojos, mi corazón se encogió por unos instantes al verle girar la esquina, no me vió, no se por qué pero sentí un alivio inmenso, supongo que sería la verguenza del momento, seguí hacia arriba más contenta que los otros días, y esperé a que fuesen las dos menos diez para salir corriendo e irme a mi casa.
Volvía a estar conectado, últimamente lo hacía con frequéncia, quería complacerme, pero solo con verle ahí yo ya estaba más que satisfecha.
No tardó ni un minuto en saludarme, lo hizo con uno corazón detrás del hola, eso era nuevo para mí, estaba claro, le gustaba, pensé yo en esos momentos.
Le respondí sin un corazon, ya que no iba a ponérselo a penas a los tres dias de conocerse.
Los ojos me pesaban, ya eran las diez y ni siquiera había cenado hablando con él.
¿Qué te está pasando Laura? me pregunté a mi misma como una idiota.
Apagué el ordenador con las intenciones de irme a dormir, estaba rebentada, pero a la otra punta de la habitación el móvil vibró.
Era él, me alegró saber que al menos se preocupaba por mí, seguí leyendo
me estaba pidiendo una cita con pocas palabras, encendí la luz y miré mi rostro en el espejo.
Esto no me podía estar pasando a mí.
¿Cuántos años hacía que no quedaba con un chico a solas?, no queria ni contarlos.
Me vino una idea que parecía brillante, el sábado 20 era carnaval, podía quedar con el después de salir de cenar.
Más espavilada se lo escribí, y lo envié. No podía el sábado, debía ser viernes 19, faltaban solo dos días, y ya estaba pensando en qué ponerme.
Esto iba en serio, pensé.
Me despedí de él con un simple Buenas noches
a lo que él me respondió
Buenas noches princesa, te veo el viernes.
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