sábado, 26 de junio de 2010

Dulce hogar.


El sábado por la mañana me despertó el móvil, miré la pantalla y había recibido un mensaje.

Era suyo, quería volver a verme, y cuanto antes mejor. Genial, ya iba todo hacia delante, no sabía que contestarle, necesitaba dormir, me esperaba un día de fiesta.


Lunes 22/02/10

Vuelta a empezar, peor día de la semana, más aun quando has estado de fiesta el fin de semana, salíamos a las tres de la tarde, eso empeoraba las cosas aun más de lo que estaban, parecía un caracol subiendo la cuesta hacía su casa con nueve kilos de libros en la mochila, no podía más.
Llamé al timbre de casa y esperé el ascensor, estaba totalmente rebentada, lo único que necesitaba era una ducha fría, una cama, y un cojín.
El plato de carne y verduras asadas estaba esperándome en la mesa, me senté con mucha desgana y cojí el tenedor, a penas le dí tres mordiscos a la carne y ya me había ido al ordenador.
Volvía a estar ahí, me había propuesto otra cita, pero era lunes, invierno y el sol quería esconderse pronto, no podía ir al parque otra vez, necesitabamos una casa, una casa que estubiera vacía. Pero no iba a poder ser.

Acaché la cabeza y me fuí al comedor. Tenía bastante hábilidad con el Inglés, podía decirle a mi madre que un amigo necesitaba mis classes, le pareció una idea genial, estaba deseando verle la cara, al ver entrar a mi amigo.
Volví a poner las manos sobre el teclado, se lo confirmé, las siete era la hora que debía aparecer por la puerta.
Apagué el ordenador y preparé los libros de Inglés para ''darle classes''
Los segundos se hacian eternidades esperándole en el sillon de mi casa, era la primera vez que iba a venir, y también era el segundo día que quedábamos.
Sonó el timbre, yo estaba en mi habitación acabando de engancharme el flequillo al lado de la oreja, dió tres toques a la puerta, le abrí y le dí dos besos, los dos sonreimos al ver que métodos habíamos utilizado por tal de verse.
Le dije que cojiera los libros, y que saliéramos al comedor, a mi madre no le hacía mucha gracia el estar los dos solos en mi habitación.
Separó la silla de la mesa de cristal y se sentó justo a la izquierda de mí, cerré la puerta del comedor con un golpe suave y abrimos los libros, no sabíamos que hacer, nos mirábamos a través del espejo que teniamos enfrente, y nuestras mejillas se hacían del color de las fresas,
le hice unos cuantos garabatos en el libro, eran las consequencias de la desesperación.
Mi madre abría la puerta para preguntar como íbamos, la última vez que lo preguntó, no me pude resistir, le dije que ya habíamos terminado. A la porra sus pensamientos, nos fuimos a mi cuarto y enchufé el ordenador, pusimos música para ambientar la habitación, la verdad es que me sentía muy cómoda con él, los dos nos sentamos encima de la cama, me dijo que estaba cansado, y que ya era hora de cenar.
No quería que se fuese de mi allí por nada del mundo, por mí podía quedarse a mi lado todo lo que quisiera.

Cogió la mochila y guardó los libros, le acompañé a la puerta principal del edificio y me despedí de él con un beso en la mejilla.

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