domingo, 27 de junio de 2010

Inesperado.


Había pasado una semana desde la última vez que le había visto, volvía a ser viernes, y me iba a dormir a casa de mi abuela.
A penas faltaban unas horas para el sábado, y se me estaban ocurriendo varias ideas. Mis padres tenian que marcharse de la ciudad toda la mañana y parte de la tarde, yo podía quedarme a solas en mi casa con él, solo me faltaba un pequeño golpe de suerte.
Acabé de cenar esperando su llamada, tenía sueño, aparté el móvil y me puse a ver la tele, pero cuando menos me lo esperé sonó. Me lo pegué a la oreja y pude escuchar su voz, me puse de pie al lado de la puerta y le expliqué mi idea para el sábado, le pareció genial.
Mi móvil estubo ocupado unas tres horas más, aunque por mí podría haber estado haciéndolo durante toda la noche.

Sábado 06/03/10
Me levanté con ganas de verle, me lavé la cara y me aclaré el pelo, puse la mochila sobre mi espalda y me fuí a casa. Al llegar me cambié de ropa y enchufé la Play, ya le conocía bastante, pero parecía que las mariposas en mi estómago seguían ahí.
Llamó el timbre, era la hora, los dos solos, sin frío, ni padres, ni coches ni nada que nos puediera molestar, solo yo y él.
Mientras subía con el ascensor le esperaba en la cocina, abrió la puerta de la entrada, me acerqué a él y le dí dos besos.
En el comedor el me miraba jugando, me supo mal y le ofrecí jugar a uno de los juegos de guerra que tanto les gustan a ellos.
-Qué te apetece comer?- No tube ninguna respuesta. Se ,lo repetí hasta tres veces, hasta que levantó los hombros con un acto pasota.
Fuí al congelador y saqué una pizza margarita, enchufé el horno y me fuí al sofá a su lado.
Le dije una y otra vez que a mi casa no había venido a jugar a la maquinita que todos estaban tan enganchados, me miró y me dedicó una sonrisa.
Era demasiado para mí, me rendía con que tan solo me mirara, pero me levanté y apagué el aparato antes de que me dedicara otra. No pareció hacerle mucha gracia, pero ibamos a comer, cosa que le encantaba.
Saqué la pizza del horno y preparé dos tenedores junto un par de cuchillos. En un santiamén la margarita había desaparecido, no quedaba más.
Eran las tres de la tarde y no teníamos ni idea de cuando iba a llegar mi madre.
Entramos a mi habitación y los dos nos sentamos encima de la cama.
Estubimos varios segundos sin decir nada, tampoco había tema de conversacion. Miré a través de la ventana y la luz quemaba mis pupilas, estiré de la cinta y la persiana cayó hacia debajo, se acabó la luz, así nos gustaba más a los dos.
Le pedí permiso para estirarme encima de la cama, estoy segura de que él se moria de ganas por hacerlo también.
Pegué unos golpecitos a mi lado como muestra de que se acostara él tambien, aunque a penas podía verle los ojos, sentí como el calor de su cuerpo se ponía a mi lado, me aparté un poco para dejarle sitio a él.
-Dime Laura, qué te gusta?- No acabé de entender esa pregunta, pero ya que estábamos...
-Me gusta que me hagan cosquillas.
Levantó su mano y la recorría en círculos pequeños sobre mi espalda, nuestras caras estaba a penas a unos escasos centímetros, pero yo no me atrevía ni tan siquiera a poner mi mano sobre su tronco.
Una luz se encendió en mi estanteria, era mi móvil, mi madre estaba llegando, debía salir de casa cuanto antes.
Nos pusimos los zapatos, subí la persiana y nos frotamos los ojos con los puños.
-Laura! vamos a mi casa, creo que no hay nadie.
No tenía respiración para contestarle, pero me pareció mas que perfecto, estaba a la otra punta de la ciudad, y las piernas cada vez pesaban más.
Ya habíamos llegado, me ordenó que esperara para asegurarse de que nadíe estaba dentro, y así fue, no había nadie más que él y yo allí dentro.
Era una casa moderna y bastante grande, me enseñó su habitación, sencilla, pero tenía algo especial.
Le seguí hasta el comedor, nos sentamos en el sofá pero a los pocos minutos me preguntó si quería ir a la cama.
Hice una afirmación con la cabeza, me descalcé y me subí a la cama. Tenía un edredón de plumas muy suaves, que era imposible no quedarse dormido ahí.
Enchufó su móvil y puso un poco de música, me incorporé un poco y pegé mi espalda contra la pared, de forma que quedaba travesada en la cama.
Él se había bajado, le dije que apoyara su cabeza encima de mis piernas y que se acostara.
Dió un salto y se acostó sobre ellas, yo le acariciaba el pelo, mientras que él no paraba de mirarme a los ojos, me hacía círculos en la pierna con la yema de los dedos.
Me sonó el móvil, mierda, pensé, mi padre.
Me levanté de la cama, me miré en el espejo y me hice el pelo de nuevo, me cojió por detras y me dió un beso en el cuello.
Otra llamada, ya debía estar bajo esperándome.
-Me voy...- Intenté que pillara mi indirecta, los dos sabíamos que ahí faltaba algo.
Abrí la puerta y avancé.
-Laura... un beso no?
Mis pulsaciones iban cada vez más rápido, retrocedí, y le di un beso lo más cerca de los labios que pude, en el otro lado hice lo mismo.
Me giré y me estiró del brazo, al fin se estaba acercando, me iba a besar.
Juntó sus labios con los mios, pero no tenía tiempo, fueron a penas unos segundos, pero ya lo había conseguido.
Cerré la puerta, di un suspiro y bajé las escaleras para encontrarme con mi padre.

2 comentarios:

  1. es como adictiva esta pequeña historia:)
    la emepzé a leer cuando me agregaste y enganchada me tiene!

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  2. Hola mi nombre es Nati y vengo a visitarte desde mis blog:"LOS CUENTOS DE NATI" y:"LOS PREMIOS DE NATI", despues de la presentación tengo que decirte que tienes un blog fantastico y que es muy interesante todo lo que haces, me encuentro tan comoda en tu blog que he decidido quedarme como seguidora.
    Felicidades por lo que has consegido y lo que te queda.
    A mi ya sabes donde encontrarme y si me visitas y crees que merecen la pena mis blog estás invitad@ a quedarte, como un@ amig@ más.
    Hasta pronto besos Nati.

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