jueves, 24 de junio de 2010

El principio.


Era viernes, hacía frío y mi despertador sonó, me levanté de la cama con los pelos emarañados y me pasé las planchas para aclarar aquello, me puse el rimel como cada día y esperé a que llamaran al timbre de mi casa y bajar para seguir la rutina, como la de todo adolescente siguiendo su camino hacia el instituto, pero no iba a ser un viernes normal.
Llegé a la esquina de la peluquería y me pareció ver bajar a alguien desde la otra punta de la calle, no pude verle muy bien la cara ya que llevaba un gorro tapándole los ojos, lo único que sabía era que desde lejos ya me llamaba la atención. Cuando más se iba acercando mi corazón se iba acelerando, ni yo sabía el por qué. Cuando sólamente estaba a un paso de mí, involuntariamente mis ojos se levantaron a buscar los suyos, fueron unos segundos, pero los dos sabíamos que esa mirada nos iba a llevar a muchos sitios, que por lo menos yo no iba a poder olvidar.

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