lunes, 5 de julio de 2010

Cálidez.


Me había levantado a las dos de la tarde y ya estaba pensando en que hacer, no tenía apetito, solo le pegué unos sorbos a la botella de agua.

Mi madre insistía en que comiera algo pero no tenía tiempo.
Me puse mis pantalones y una camiseta cualquiera y me marché a casa de mi amiga, teníamos que terminar un trabajo urgente y bastante largo.
La música le daba otro ambiente a la habitación mientras nosotras escribiamos.
La ventanita del msn subió, se había contectado y nos había invitado a cenar a su casa.
Mi amiga también tenia novio, una relación un poco más normal que la nuestra.
Nos lavamos el pelo, nos pintamos los ojos y salimos de casa.
Las costeras eran interminables, pero al fin llegamos, ella estaba nerviosa, nunca había hablado con él pero estaba segura de que le encantaría.
Su madre nos abrió la puerta y entramos a su habitación.
Parecía que ya sabía más o menos la distribución de los muebles.
Nos sentamos encima de la cama y charlamos un rato, estabamos esperando a el otro chico.
Pude oir dos golpes en la puerta, era su madre de nuevo, tan simpática como la otra vez, nos animó a quedarnos a cenar a pesar de estar enferma, no podía rechazar la petición, pero esta vez no debía mentir.
La madre de mi ''novio'', habló con la mía por teléfono, y al fin cedió, al acabar nos llevaría a casa a los tres.
Me hacía bastante ilusión volver a cenar con ellos, ya eran parte de mí, solo que esta vez eramos dos más.
Ya había llegado el que faltaba. estábamos todos mirando la tele en el sofá, cada una con su pareja al lado, mientras que la madre de mi novio estaba acostada en el sofá echando unas miraditas de reojo.

Ya llegaba la comida china, el estómago me gritaba, tenía muchísima hambre.
Destapamos los cacharros donde venía la comida y cojimos los tenedores.
Los chicos parecian no haber comido en su vida, no paraban de tragar y de tragar, mientras que mi amiga y yo tan solo llebabamos unas cuantas cucharadas de arroz blanco.
A los pocos instantes no quedaba nada en el plato, ni pollo, ni rollitos, absolutamente nada.
Pero unas deliciosas fresas con nata nos esperaban en la cocina.
Al terminar salimos a la terraza y nos sentamos en los sillones. Él se sentó a mi lado y me cojió por detras, yo estaba totalmente congelada a pesar de que fuera marzo, al ver que cada vez yo temblaba más me apretaba más contra su cuerpo, y me dijo que me acostara sobre él.
Se levantó y me trajo una manta, me la puso por encima de la espalda, mientras que el se quedaba a penas sin un cacho de ella.
Me dió un beso, y me cogió la mano, no quiero que te vayas me dijo al oído.
Los pelos de mis brazos se pusieron como escárpias, le miré y le regalé una sonrisa.
Pero era hora de irse, me pasé los dedos entre el pelo, me puse la chaqueta, le di un beso y me fui al coche.

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